Dopamina, Netflix y Presentaciones Efectivas

A todos, o al menos la gran mayoría de nosotros, nos encanta ver historias que nos conectan con una u otra emoción: la valentía de luchar contra la injusticia, la sensación de seguridad que da encontrar el amor o la reacción eufórica ante situaciones graciosas y sorpresivas.
Nos sentimos identificados con ciertos personajes  y los acompañamos en su viaje emocional. Las buenas historias siempre dejan una enseñanza, algo importante que aprender y nuestro cerebro lo sabe (y lo necesita...).
Por eso, aprendemos mejor a través de las historias, no solo las que escuchamos de los demás, sino de las historias que nos contamos a nosotros mismos. La construcción del discurso en forma de narrativa nos permite dar forma a nuevos conceptos, nuevos paradigmas y dar vida a nuevas creencias.
Y esto, es lo más adictivo de las series que muchos vemos en Netflix. Con una fórmula bastante obvia, cada narrativa está diseñada para generar una reacción bioquímica en nuestro cerebro, logrando engancharnos por horas...

Netflix sabe exactamente en qué momento activar en nosotros la producción de cortisol, conocida como la hormona del estrés, y mediante una dosis controlada de incomodidad nos prepara para darnos algo de alivio en ciertos momentos clave de la historia gracias a la dopamina: un neurotransmisor que cuando se libera nos hace sentir placer, bienestar... como cuando el villano de la historia recibe por fin su merecido...
Entre otros neurotransmisores que afectan nuestro comportamiento, la dopamina es uno de los más importantes para el aprendizaje por la sensación de "adicción a saber más" que despierta y la manera más efectiva de liberarla es generar curiosidad.
La curiosidad es lo que nos mantiene conectados, atentos a lo que viene, con ganas de entender, de saber. Es lo que nos hace preguntarnos y conversar con nosotros mismos de manera que al construir nuestro discurso, como mencioné anteriormente, podamos dar vida a un nuevo conocimiento.

Esto tiene su visión negativa, y es que puede engancharnos como otra drogra: el año pasado, un joven de 26 años buscó ayuda en un centro de adicciones en la ciudad sureña de Bangalore, convencido de que su capacidad de atención menguante, su renuencia a interactuar con los demás y el aislamiento fueron causados ​​por su necesidad obsesiva de ver videos de siete a diez horas al día. 

Pero...también podemos utilizar esta información de forma positiva: para mejorar nuestras presentaciones:

La  fórmula bioquímica de la atención y el aprendizaje es totalmente aplicable a cualquier powerpoint.. La clave está en reconocer cómo, en qué momento y qué neurotransmisor activar en el cerebro de quien o quienes nos escuchan.

Toda conversación es una narrativa que puede (y debe) enganchar a nuestro público desde su emoción, de manera que despertemos un interés genuino y muy productivo en llevar a cabo cualquier tarea, proyecto o propósito. 

Ahora, es poco recomendable en una presentación, mencionar el peligro de que Thanos encuentre todas las gemas del infinito y apague la existencia de la mitad del universo, en un intento por activar su cortisol. Sin embargo, podemos valernos de los dolores, retos y temores de los que nos vayan a escuchar (alumnado, tribunal)  para liberar en ellos una dosis efectiva de la hormona el estrés y luego, estratégicamente con nuestro discurso, liberar en su cerebro la dopamina necesaria para mantener su interés en nuestra presentación.

Por eso, es muy importante entender cómo piensa y siente nuestro público, cuál es el propósito de nuestra presentación y cómo debemos ajustar no solo nuestra voz y comunicación, sino también cada elemento gráfico, sonoro, de video e incluso la experiencia de la plataforma virtual que usamos, para que nuestra presentación sea realmente (en todo el sentido de la palabra) efectiva.

Nos gustan las historias debido a la reacción emocional que despiertan en nosotros y nuestras presentaciones deben ser diseñadas de la misma manera que una serie de Netflix o cualquier otra plataforma de entretenimiento. Deben despertar en nuestro público la curiosidad y la necesidad de entender.

Les invito a conectarse con su pasión y su propósito cada vez que deban preparar una presentación y preguntarse siempre: "¿Cómo puedo hacer que sea realmente interesante y memorable?".